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Mario López Oliva

jueves, 27 de diciembre de 2007

Robots por niños en las carreras de camellos

Polideportivo | Golfo Pérsico
Robots por niños en las carreras de camellos
Los siete países del Golfo Pérsico se pasan a los jockeys mecánicos

Enrique Ojeda | 27/12/2007

En los circuitos turísticos de Arabia Saudí, para los viajeros que acuden a Riad en los meses de abril o mayo, no falta la obligatoria visita a la Carrera de Camellos del Rey, algo así como el gran premio de Ascot, cambiando la rococó moda inglesa del hipódromo por los turbantes beduinos de las gentes del desierto.

En esa fecha se reúnen no menos las mejores monturas (unas 2.000) que corren en las diversas carreras que se organizan en los siete países del Golfo Pérsico, con una expectación que no baja de los 30.000 espectadores en la competición de camellos más importante del mundo.

Además, en 2008, y ya de manera definitiva, los conductores de los camellos a lo largo de los 20 kilómetros de cuerda que tiene la pista, ya no serán niños a modo de jockeys atados a la montura para mantener el equilibrio a lo largo de toda la prueba. Ahora, la tecnología ha dejado sin trabajo a esos menores; en realidad, les ha salvado de la esclavitud.

En 2005, y ante las críticas de las organizaciones humanitarias por lo que se consideraba explotación infantil (los jockeys de camellos, procedentes de países vecinos, no llegaban a los 14 años de edad), Arabia Saudí y Kuwait tomaron la decisión de reemplazar a los jinetes humanos por robots.
Examen superado.

Primero fue un experimento, para ver el resultado deportivo y social del cambio. No en vano, en los países de Golfo las carreras de camellos (en realidad dromedarios) son muy populares, y están plenamente identificadas con las raíces más populares y atávicas de su ciudadanía, porque el camello ha estado, durante generaciones, entroncado con la supervivencia de la población de la zona: representaba el poder y era el motor de su economía ya que se utilizaba de fuerza y transporte, de alimento (carne y leche, excelente en caso de alergia), de combustible (excrementos) y de materia prima para la ropa (piel y pelo).

Los exámenes de los robots han dado buen resultado y en la actualidad los siete países de la zona (Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein Yemen y Omán) que comparten el mismo interés por las carreras de camellos, han suprimido a los jinetes humanos por los mecánicos.

A diferencia de las carreras de caballos en Occidente, en las carreras de camellos están prohibidas las apuestas económicas, pero eso no implica que los mejores ejemplares no estén bien cotizados, y de hecho, en este año se han llegado a pagar más de 200.000 euros por una camella con perspectivas de excelente procreación.
Concluye un tipo de explotación infantil

En 2005 la UNICEF firmó una serie de compromisos con algunos de los países del Golfo Pérsico con la intención de evitar la explotación infantil en las populares carreras de camellos. Hasta entonces, las asociaciones pro derechos humanos exigían el final de la trata de niños que se había instalado alrededor del mundo del camello.

La realidad era que cientos de niños de corta edad, procedentes de Pakistán, India, Mauritania, Eritrea o Bangladesh, eran comprados, o por lo menos alquilados, para que montasen a los camellos en las carreras, tan populares en la zona. En muchos casos, estos niños no eran siquiera adolescentes, y, además, se intentaba mantenerles con pesos livianos para beneficiar la carga del camello, con lo que en muchos casos estaban malnutridos y peor tratados.

Gracias a la UNICEF y a las denuncias de las asociaciones, los países del Golfo Pérsico fueron legislando acerca de las condiciones de los jockeys: primero, solicitando un peso mínimo de 45 kilos; luego, limitando la edad mínima a 15 años para interviniesen en las carreras.

Este tipo de actuaciones legislativas llevadas a cabo prácticamente en todos los estados soberanos del Golfo Pérsico han logrado que en los dos últimos años hayan sido devueltos a sus países de procedencia grupos de decenas de niños jinetes que malvivían a la sombra de los adorados camellos.
Unos ingenios de 2.000 euros

A la postre, los robots salen más baratos que los jockeys porque su mantenimiento es mínimo y sólo se necesita la inversión inicial. Al parecer, cada uno de estos aparatos cuesta unos 2.000 euros y tienen un peso máximo de 15 kilos. Dirigidos por control remoto, incorporan unos sensores muy sofisticados que se adaptan al propio galope del camello. Estos instrumentos llevan también una fusta para en los momentos de máxima tensión puedan exigir al animal en la recta de llegada.

AS.com

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