El desafío para la Industria del Caballo en la Argentina es nuevamente
"Trabajar en forma INTEGRADA, HACIENDO QUE LAS COSAS PASEN"
Este año ¿lo lograremos?
Mario López Oliva

jueves, 24 de enero de 2008

Arrieros contra el cambio climático

Arrieros contra el cambio climático

Caballos y mulas vuelven a usarse de manera creciente en Francia como fuente de energía para sustituir a los combustibles fósiles

La mula ‘Caséine’, propiedad del arriero francés Franck Goulard. FOTOS: DUM/LES AMIS DE SANCHO PANZA
ANDRÉS PÉREZ - Pays d’Agly, Francia - 24/01/2008 21:12

"S'il te plaît, Caséine, s'il te plaît" (por favor, Caséine, por favor). La voz es suave y se desliza entre ráfagas de viento en la meseta del Pays d'Agly, a media hora de la frontera española por el Mediterráneo. Caséine, joven mula, duda todavía un par de segundos y luego avanza, arrastrando un arado ligero. Detrás, con delicadeza, Franck Gaulard dirige la hoja que surca la tierra, a sólo centímetros de las cepas de viña de La Tour de France.

Como Caséine, cada vez son más en Francia las mulas, caballos de tiro y asnos que vuelven a los campos a trabajar, después de un paréntesis de medio siglo en los que el tractor y otros ingenios motorizados sobre ruedas lo invadieron todo.

La subida del precio del combustible fósil, la preocupación por una agricultura ecológica, la búsqueda de una mayor calidad en los productos de la tierra y el miedo al cambio climático han transformado radicalmente las coordenadas de un problema al que los agricultores se enfrentan desde hace unos 10.000 años, y que se resume así: ¿qué energía usar para trabajar la tierra y su fruto?

Después de haber desaparecido casi por completo, caballos de tiro y mulas están regresando con fuerza al campo francés. Según el censo agrícola, en 1996 sólo 93.000 caballos de tiro, asnos y mulas estaban registrados en las explotaciones; y buena parte de ellos estaba destinada a la carne que muchos consumían por miedo a las vacas locas. Una década después, con el barril de crudo cerca de los 100 dólares y un consumo de carne de caballo muy restringido, Francia tiene 108.000 caballos de tiro, asnos y mulas. Fuentes del sector sitúan en un 25% el crecimiento de la tracción animal.

De momento, es sólo un grano de arena, visible porque ciertos viticultores han encontrado en los équidos su mejor aliado para labrar parcelas de imposible acceso para los tractores, o parcelas de prestigio que quieren etiquetar como libres de toda máquina motorizada.

También sube la tracción animal en la agricultura biológica y biodinámica; y aumenta en el este de Francia en tareas de ganadería y transporte, relacionadas con la fabricación de su célebre queso, el Comté.

Más allá de las explotaciones agrícolas propietarias de su propio caballo, el trabajo desde hace 20 años de formadores apasionados -y a veces algo místicos- ha sembrado Francia de unos 20 muleros y chalanes, empresarios que se desplazan con sus équidos y efectúan de forma rentable y eficaz el trabajo de la tierra a un precio de 50 euros la hora. Ese es el caso de Franck Gaulard, hoy el único mulero, empresario independiente, en La Tour de France, un lugar donde "hace sólo 60 años todavía había 200 caballos trabajando".

Lo relevante de este despunte y del regreso de la tracción animal son las señales que los poderes públicos empiezan a mostrar. En octubre de 2007, por ejemplo, el Ministerio de Agricultura francés consideró que los gastos de los campesinos para equiparse en équidos y en maquinaria de tracción animal eran elegibles para subvenciones europeas.

La guinda de esta evolución la ofrecen ciertas ciudades pequeñas y medianas. En noviembre pasado, la firma HN Conseil Ingénieurs, consultora de los Acaballaderos Nacionales franceses, logró convencer a 23 municipios franceses de lanzar estudios de viabilidad para incluir medios de transporte y otros servicios, como la limpieza, por tracción equina. Si lo concretan, vendrían a sumarse a las siete ciudades que ya disponen de servicios de colecta de basuras, limpieza de calles o incluso de transporte escolar mediante tracción animal.

Según cálculos del socioantropólogo Alain Gras, profesor en la Sorbona, el balance energético y la rentabilidad de caballos y mulas es muy superior a la del motor, incluso previendo de antemano que funcionen con biocarburante. Hacen falta cinco hectáreas de cultivo de biocombustible para que un tractor pequeño pueda trabajar una hora durante un año. Comiendo la hierba de sólo 1,5 hectáreas, un équido puede efectuar el mismo trabajo en cinco horas al día, y sin calentar el planeta.

"El obstáculo hoy son las herramientas y la maquinaria. Hasta los años cincuenta, incluso Renault diseñaba máquinas y carrozas de tracción equina" explica Franck Gaulard. "Hoy todo eso se ha parado", como su montura. Otro "S'il te plaît, Caséine", y la mula avanza de nuevo. No lleva orejeras.

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