¿Caballos o diputados?

La Vanguardia - Spain


Hace algunos días, en los diarios de Guatemala circuló la noticia de que la Escuela de Equitación perteneciente al Ejército de Guatemala sería trasladada a otro lugar para construir en este mismo sitio una sede para el nuevo edificio del Parlacen, el Parlamento Centroamericano. El presidente del Parlacen, el señor Julio González, cuestionaba cuál era nuestra preferencia, si 90 caballos o 120 diputados. Esta noticia tiene a la ciudadanía muy molesta e indignada, porque en estas instalaciones ecuestres se imparten clases de equinoterapia para niños con necesidades especiales, como autismo y enfermedades neurológicas, las cuales requieren de este tipo de tratamiento.

A los guatemaltecos les costará mucho dinero proveniente de sus impuestos construir un edificio moderno para el Parlacen, y creemos que estas personas cobran su salario en dólares por no hacer nada productivo para el país, y mucho menos para Centroamérica. Viajan a lo grande en representación de los países y hasta el momento, no sabemos de ningún resultado positivo ni beneficioso.

A mi parecer, los caballos son fieles a su amo, no lo traicionan, trabajan de sol a sol para obtener su alimentación, mientras que los diputados viajan y comen a expensas de los impuestos de los guatemaltecos, sin resultados positivos.

El ejército de Guatemala ha cedido este espacio para que se impartan estas terapias antes mencionadas, a un costo muy bajo, con el fin de que las personas puedan rehabilitar a sus niños, y sólo pienso en la preocupación de los padres de familia que enfrentan estas situaciones con niños que tienen necesidades especiales, y no cuentan con los recursos suficientes para cubrir estas terapias, así como los esfuerzos que hacen para que sus hijos puedan mejorar su calidad de vida. La equinoterapia despierta en estos niños sus habilidades motoras.

Lo que se está haciendo aquí en Guatemala es vedar a estos niños la oportunidad de una recuperación a través de esta terapia, y sólo piensan en las prioridades de los políticos que viven de un sueldo pagado con los impuestos de los guatemaltecos.

Yo he tenido la oportunidad de asistir y observar dichas clases y es un trabajo profesional el que se desempeña en este lugar, para ayudar a dichos niños.

De la única forma en que se podría detener este traslado, sería con la intervención directa del Presidente de la República y del Congreso.

Si se llevara a cabo un consenso nacional en donde se nos preguntara qué preferimos, si 90 caballos que sirven para impartir la equinoterapia o 120 diputados, definitivamente la respuesta sería: preferimos a los 90 caballos. ¿Usted qué opina, amigo lector?