Investigación realizada para el Foro Ecuestre Argentino por ICASA-Mora y Araujo & Asociados
Manuel Mora y Araujo
El trabajo realizado, que Diego White acaba de exponer, nos proporciona una visión de conjunto de la industria hípica, la importancia del equino en la base de un sector de nuestra economía, y también nos orienta en cuanto a las direcciones que debe tomar el desarrollo del sector como fuente de empleo y generador de producto.
Quisiera ahora subrayar algunos aspectos particulares del trabajo.
1. El sector hípíco:
a) está muy diversificado y cubre una amplia gama de actividades y negocios muy distintos: transporte, trabajo, entretenimiento, espectáculo, juego;
b) hay una gran sinergia entre esas actividades. Es mucho menos lo que compiten entre sí que lo que se complementan y realimentan.
En su conjunto, el sector representa un peso significativo dentro de la actividad pecuaria argentina, y un peso no desdeñable en el conjunto de la economía. Como es un sector inherentemente mano de obra intensivo, su contribución a la generación de empleo es importante; estimamos al año 1999 70.000 empleos directos y unos 180.00 empleos entre directos e indirectos.
2. El elemento común a todas estas actividades, el que sostiene la existencia del sector, es el caballo. Quiero decir: la materia prima en la que sustenta la actividad equina se ubica entre los bienes más valorado de la creación. El caballo es un ser que la humanidad ha valorado en alto grado a lo largo de la historia, en todo lugar donde acompañó al hombre en su paso por este mundo.
Esto excede completamente la importancia económica del caballo y los negocios que hoy con convocan. Estamos hablando de una industria que se sustenta en un elemento que genera aprecio, afecto, sentimientos de nobleza; que enriquece la vida de los hombres.
Este es un factor a tener en cuenta en el análisis de las potencialidades de desarrollo del sector. La figura del caballo como protagonista de distintos tipos de actividades constituye un activo simbólico muy singular y único.
3. Con el desarrollo económico es evidente que la importancia del caballo como herramienta de trabajo va por una curva declinante inexorable. Como fuerza de tracción para el transporte, inclusive como elemento en las fuerzas de seguridad, su declinación ha sido enorme; hasta en las tareas rurales, donde hoy se registra la mayor utilización del caballo, es previsible que su uso será cada vez menos intenso.
Por lo tanto, para desarrollar la industria hípica debemos pensar en actividades de servicio orientadas a generar mayor valor agregado: actividades y espectáculos hípicos, deportes hípicos, entretenimiento en general, turismo.
En nuestros días, en la Argentina, estos negocios en general muestran una baja productividad por hombre ocupado –lo que no es el caso en otras actividades comparables, en los mismos rubros-. Aquí tenemos, por lo tanto, un desafío mayor: aumentar la productividad en los negocios que funcionan alrededor del caballo.
4. Esto me lleva a enfocar particularmente el negocio del turf. Estamos hablando de la actividad más importante en la industria hípica no solamente por el volumen del negocio, sino también por la importancia estratégica del sangre pura en la cadena de producción y utilización de equinos.
Estamos hablando también de un negocio que se inserta plenamente en el área del entretenimiento como industria organizada. Ese es el mercado que sostiene el negocio, y es el que debe ser desarrollado y expandido.
Quisiera formular dos observaciones, a partir de dos hechos que me parecen contrastantes, casi diría que “paradójicos”:
a) Mientras en muchos países del mundo, tanto del “primer mundo” como de naciones más comparables a la Argentina por su desarrollo económico, el negocio del turf muestra una tendencia ascendente, aquí estamos en declinación. No hay razones fundamentales para esto. Debemos definir esta situación como una oportunidad para encarar las decisiones correctas –en las organizaciones que manejan el negocio y en el gobierno- y así impulsar el crecimiento del turf.
b) Aun más sorprendente es que constatamos que, todavía hoy, una de las trabas al desarrollo del turf se encuentra en el plano moral. Perdura un resabio que parece anacrónico, que considera al juego de las carreras de caballo como un disvalor o una amenaza moral. Alrededor de este hecho se generan distintas imágenes que afectan el negocio: imágenes del juego en sí, del público, del hipódromo, de las carreras como espectáculo –todo lo cual puede ser revertido a partir de un enfoque gerencial y profesional orientado estratégicamente-.
Lo sorprendente de esto es que si consideramos los ingredientes que hacen al turf uno por uno separadamente, todos gozan de alta aceptación social:
· el caballo
· la destreza humana
· el juego en sus aspectos lúdicos
· el espectáculo deportivo
· el entretenimiento
· el juego como apuesta.
El caballo, como dijimos, es uno de los seres más valoradas en la sociedad humana. La destreza humana, tanto aplicada a la cría y cuidado de animales como a una actividad deportiva, es un componente esencial del desarrollo de la persona. El juego es valorado en alto grado. El espectáculo deportivo, en sus distintas manifestaciones, mueve multitudes y es fuente de importantísimos negocios. El entretenimiento constituye hoy una de las industrias más expansivas del mundo desarrollado y en desarrollo. El juego como apuesta es incentivado por los gobiernos y concita el interés de una amplia parte de la población.
Hemos estimado que en la Argentina, hoy, aproximadamente un 20 % de la población adulta apuesta a algo: desde la quiniela –el juego más difundido- hasta los juegos de casino, pasando por las loterías, bingos y muchos otros. Un 7 % de la población adulta apuesta a la quiniela al menos una vez al mes. Pregúntense ustedes cuantos lugares existen habilitados para tomar apuestas de quiniela y cuantos para tomar apuesta de carreras de caballo. Solamente ahí tenemos ya identificada una oportunidad extraordinaria para expandir el negocio del turf, simplemente acercándolo a la gran masa de la población a través de los lugares donde se levantan apuestas.
Todos estos ingredientes que menciono, que son aceptados en cada uno de los casos cuando se los aplica a otras actividades, cuando se los aplica a las carreras de caballo todavía son vistos por muchos como un disvalor. Esto hay que revertirlo.
5. Mi conclusión es que estamos ante una oportunidad –me animo a llamarla “histórica”, porque las circunstancias la tornan favorable-. Estamos ante una actividad centrada en el caballo, que configura un espectáculo de los más atractivos que existen, que puede alimentar también muy atractivas programaciones televisivas, que puede dar lugar a una gran expansión del juego de apuestas que en la población goza de amplia demanda, y que es una fuente importante de empleo y de producción. En otras palabras, una oportunidad de desarrollar una actividad que favorece la economía del país en su conjunto, que ofrece oportunidades de trabajo a muchísimas personas y que mejora la calidad de vida de la gente.
Para que esto ocurra es preciso adoptar decisiones estratégicas y es preciso remover obstáculos, factores que traban la expansión del turf.
Hay que atacar el problema en distintos planos:
Ø en primer lugar, hay que revalorizar la imagen de la actividad, devolverle la prestancia, la aceptación y el interés que tuvo en otros tiempos y que hoy tiene en otros lugares. Esto pasa por supuesto por los hipódromos pero, sobre todo, por la televisión. Es allí donde millones de personas pueden establecer un nuevo contacto con las carreras de caballo. Es un trabajo que puede realizarse provechosamente si se coordinan distintas acciones desde los lugares donde se corren las carreras y donde el público es parte del espectáculo hasta la televisión y la prensa en general.
Ø en segundo lugar es preciso atraer a más público al espectáculo del hipódromo. Esto también requiere un trabajo de imagen, pero a la vez otras decisiones para mejorar la proyección de la imagen hacia fuera. Es importante en este plano buscar la manera de alentar el desarrollo del turf en las plazas del interior y ayudar al desarrollo de los hipódromos que hoy tiene escasa o casi nula actividad.
Ø en tercer lugar está el tema central de las apuestas, que hoy constituyen dos tercios de los ingresos totales de la industria hípica en la Argentina. Hay que facilitar las apuestas, expandir las bocas, llevar el sistema al alcance de todos. Disponemos de juegos de lotería, disponemos del PRODE, pero las apuestas de carreras están limitadas a unos pocos puntos.
Ø en cuarto lugar, está el problema del juego clandestino, un serio problema. En el caso del turf se observa que aparentemente ha venido declinando –al contrario de la quiniela- pero con los desarrollos tecnológicos informáticos no debe descartarse que vuelva a aumentar. En este plano nada puede reemplazar al poder de policía del Estado; con todo, además, hay un sistema de incentivos que puede facilitar o desalentar el juego clandestino. Uno es la facilidad para apostar, otro es por supuesto la magnitud de las sumas apostadas que vuelve a los apostadores.
6. Hace poco tiempo la Cámara de Diputados de la Nación trató el proyecto de ley para reprimir el juego clandestino en la quiniela. También se legisló para recrear el PRODE. Falta una ley para el juego en el turf.
Hoy la Legislatura de la provincia de Buenos Aires tiene en análisis un proyecto de ley para el turf, que puede ser un primer paso importante en esa dirección. Es de esperar su pronta aprobación y luego que otras legislaturas –incluyendo el Congreso de la Nación- imiten ese paso.
Aun más, las condiciones están dadas para que la industria hípica sea objeto de un plan de competitividad del sector. ‘Competitividad’ no es otra cosa que remover obstáculos a la actividad productiva. El sector hípico, y el turf en particular, lo justifican plenamente por todo lo que aquí se ha expuesto: porque genera valor agregado, es una fuente de empleo y aporta a la calidad de vida en la medida en que ofrece servicios que el público demanda.
Quisiera ahora subrayar algunos aspectos particulares del trabajo.
1. El sector hípíco:
a) está muy diversificado y cubre una amplia gama de actividades y negocios muy distintos: transporte, trabajo, entretenimiento, espectáculo, juego;
b) hay una gran sinergia entre esas actividades. Es mucho menos lo que compiten entre sí que lo que se complementan y realimentan.
En su conjunto, el sector representa un peso significativo dentro de la actividad pecuaria argentina, y un peso no desdeñable en el conjunto de la economía. Como es un sector inherentemente mano de obra intensivo, su contribución a la generación de empleo es importante; estimamos al año 1999 70.000 empleos directos y unos 180.00 empleos entre directos e indirectos.
2. El elemento común a todas estas actividades, el que sostiene la existencia del sector, es el caballo. Quiero decir: la materia prima en la que sustenta la actividad equina se ubica entre los bienes más valorado de la creación. El caballo es un ser que la humanidad ha valorado en alto grado a lo largo de la historia, en todo lugar donde acompañó al hombre en su paso por este mundo.
Esto excede completamente la importancia económica del caballo y los negocios que hoy con convocan. Estamos hablando de una industria que se sustenta en un elemento que genera aprecio, afecto, sentimientos de nobleza; que enriquece la vida de los hombres.
Este es un factor a tener en cuenta en el análisis de las potencialidades de desarrollo del sector. La figura del caballo como protagonista de distintos tipos de actividades constituye un activo simbólico muy singular y único.
3. Con el desarrollo económico es evidente que la importancia del caballo como herramienta de trabajo va por una curva declinante inexorable. Como fuerza de tracción para el transporte, inclusive como elemento en las fuerzas de seguridad, su declinación ha sido enorme; hasta en las tareas rurales, donde hoy se registra la mayor utilización del caballo, es previsible que su uso será cada vez menos intenso.
Por lo tanto, para desarrollar la industria hípica debemos pensar en actividades de servicio orientadas a generar mayor valor agregado: actividades y espectáculos hípicos, deportes hípicos, entretenimiento en general, turismo.
En nuestros días, en la Argentina, estos negocios en general muestran una baja productividad por hombre ocupado –lo que no es el caso en otras actividades comparables, en los mismos rubros-. Aquí tenemos, por lo tanto, un desafío mayor: aumentar la productividad en los negocios que funcionan alrededor del caballo.
4. Esto me lleva a enfocar particularmente el negocio del turf. Estamos hablando de la actividad más importante en la industria hípica no solamente por el volumen del negocio, sino también por la importancia estratégica del sangre pura en la cadena de producción y utilización de equinos.
Estamos hablando también de un negocio que se inserta plenamente en el área del entretenimiento como industria organizada. Ese es el mercado que sostiene el negocio, y es el que debe ser desarrollado y expandido.
Quisiera formular dos observaciones, a partir de dos hechos que me parecen contrastantes, casi diría que “paradójicos”:
a) Mientras en muchos países del mundo, tanto del “primer mundo” como de naciones más comparables a la Argentina por su desarrollo económico, el negocio del turf muestra una tendencia ascendente, aquí estamos en declinación. No hay razones fundamentales para esto. Debemos definir esta situación como una oportunidad para encarar las decisiones correctas –en las organizaciones que manejan el negocio y en el gobierno- y así impulsar el crecimiento del turf.
b) Aun más sorprendente es que constatamos que, todavía hoy, una de las trabas al desarrollo del turf se encuentra en el plano moral. Perdura un resabio que parece anacrónico, que considera al juego de las carreras de caballo como un disvalor o una amenaza moral. Alrededor de este hecho se generan distintas imágenes que afectan el negocio: imágenes del juego en sí, del público, del hipódromo, de las carreras como espectáculo –todo lo cual puede ser revertido a partir de un enfoque gerencial y profesional orientado estratégicamente-.
Lo sorprendente de esto es que si consideramos los ingredientes que hacen al turf uno por uno separadamente, todos gozan de alta aceptación social:
· el caballo
· la destreza humana
· el juego en sus aspectos lúdicos
· el espectáculo deportivo
· el entretenimiento
· el juego como apuesta.
El caballo, como dijimos, es uno de los seres más valoradas en la sociedad humana. La destreza humana, tanto aplicada a la cría y cuidado de animales como a una actividad deportiva, es un componente esencial del desarrollo de la persona. El juego es valorado en alto grado. El espectáculo deportivo, en sus distintas manifestaciones, mueve multitudes y es fuente de importantísimos negocios. El entretenimiento constituye hoy una de las industrias más expansivas del mundo desarrollado y en desarrollo. El juego como apuesta es incentivado por los gobiernos y concita el interés de una amplia parte de la población.
Hemos estimado que en la Argentina, hoy, aproximadamente un 20 % de la población adulta apuesta a algo: desde la quiniela –el juego más difundido- hasta los juegos de casino, pasando por las loterías, bingos y muchos otros. Un 7 % de la población adulta apuesta a la quiniela al menos una vez al mes. Pregúntense ustedes cuantos lugares existen habilitados para tomar apuestas de quiniela y cuantos para tomar apuesta de carreras de caballo. Solamente ahí tenemos ya identificada una oportunidad extraordinaria para expandir el negocio del turf, simplemente acercándolo a la gran masa de la población a través de los lugares donde se levantan apuestas.
Todos estos ingredientes que menciono, que son aceptados en cada uno de los casos cuando se los aplica a otras actividades, cuando se los aplica a las carreras de caballo todavía son vistos por muchos como un disvalor. Esto hay que revertirlo.
5. Mi conclusión es que estamos ante una oportunidad –me animo a llamarla “histórica”, porque las circunstancias la tornan favorable-. Estamos ante una actividad centrada en el caballo, que configura un espectáculo de los más atractivos que existen, que puede alimentar también muy atractivas programaciones televisivas, que puede dar lugar a una gran expansión del juego de apuestas que en la población goza de amplia demanda, y que es una fuente importante de empleo y de producción. En otras palabras, una oportunidad de desarrollar una actividad que favorece la economía del país en su conjunto, que ofrece oportunidades de trabajo a muchísimas personas y que mejora la calidad de vida de la gente.
Para que esto ocurra es preciso adoptar decisiones estratégicas y es preciso remover obstáculos, factores que traban la expansión del turf.
Hay que atacar el problema en distintos planos:
Ø en primer lugar, hay que revalorizar la imagen de la actividad, devolverle la prestancia, la aceptación y el interés que tuvo en otros tiempos y que hoy tiene en otros lugares. Esto pasa por supuesto por los hipódromos pero, sobre todo, por la televisión. Es allí donde millones de personas pueden establecer un nuevo contacto con las carreras de caballo. Es un trabajo que puede realizarse provechosamente si se coordinan distintas acciones desde los lugares donde se corren las carreras y donde el público es parte del espectáculo hasta la televisión y la prensa en general.
Ø en segundo lugar es preciso atraer a más público al espectáculo del hipódromo. Esto también requiere un trabajo de imagen, pero a la vez otras decisiones para mejorar la proyección de la imagen hacia fuera. Es importante en este plano buscar la manera de alentar el desarrollo del turf en las plazas del interior y ayudar al desarrollo de los hipódromos que hoy tiene escasa o casi nula actividad.
Ø en tercer lugar está el tema central de las apuestas, que hoy constituyen dos tercios de los ingresos totales de la industria hípica en la Argentina. Hay que facilitar las apuestas, expandir las bocas, llevar el sistema al alcance de todos. Disponemos de juegos de lotería, disponemos del PRODE, pero las apuestas de carreras están limitadas a unos pocos puntos.
Ø en cuarto lugar, está el problema del juego clandestino, un serio problema. En el caso del turf se observa que aparentemente ha venido declinando –al contrario de la quiniela- pero con los desarrollos tecnológicos informáticos no debe descartarse que vuelva a aumentar. En este plano nada puede reemplazar al poder de policía del Estado; con todo, además, hay un sistema de incentivos que puede facilitar o desalentar el juego clandestino. Uno es la facilidad para apostar, otro es por supuesto la magnitud de las sumas apostadas que vuelve a los apostadores.
6. Hace poco tiempo la Cámara de Diputados de la Nación trató el proyecto de ley para reprimir el juego clandestino en la quiniela. También se legisló para recrear el PRODE. Falta una ley para el juego en el turf.
Hoy la Legislatura de la provincia de Buenos Aires tiene en análisis un proyecto de ley para el turf, que puede ser un primer paso importante en esa dirección. Es de esperar su pronta aprobación y luego que otras legislaturas –incluyendo el Congreso de la Nación- imiten ese paso.
Aun más, las condiciones están dadas para que la industria hípica sea objeto de un plan de competitividad del sector. ‘Competitividad’ no es otra cosa que remover obstáculos a la actividad productiva. El sector hípico, y el turf en particular, lo justifican plenamente por todo lo que aquí se ha expuesto: porque genera valor agregado, es una fuente de empleo y aporta a la calidad de vida en la medida en que ofrece servicios que el público demanda.
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