Venezuela, Hipismo, Con cédula electrónica

HIPISMO, Con cédula electrónica

El Stud Book da un salto: microchips y ADN para identificar a los caballos
JOSÉ RUBICCO HUERTAS
EL UNIVERSAL

Son las 2:00 de la tarde en el hipódromo. El ajetreo es intenso en la inspección veterinaria de La Rinconada. Llegan los caballos de la siguiente carrera y hay que darse prisa. El personal chequea la reseña gráfica-descriptiva que le provee el Stud Book para corroborar la identidad del purasangre: un cartón amarillento por el uso de tanto sacar y meter en el archivo. Los veterinarios se fijan en las marcas particulares del ejemplar y las verifican en los dibujos. Luego, revisan el tatuaje labial: "Correcto, es el caballo. Siguiente".

Este engorroso proceso de revisión será parte del pasado en breve tiempo.

Gracias a la tecnología adquirida por la Superintendencia de Actividades Hípicas, ente que tiene a su cargo el Stud Book de Venezuela desde mediados de 2006, el trabajo se agilizará mediante la implantación de un microchip en cada purasangre.

Un dispositivo de radiofrecuencia, poco más grande que un grano de arroz, que al ser leído por un escaner desplegará en la pantalla de una computadora toda la información sobre el historial del animal, contenida en una base de datos que se viene alimentando meses atrás. En otras palabras, los caballos criollos contarán con cédula de identidad electrónica.

Dicha base de datos contiene información valiosa como el nombre del padre y de la madre, haras y fecha de nacimiento, color de su pelaje, reseña gráfica, nombre de el o los propietarios y fotografías del animal. Más adelante, se le podrán anexar videos y hasta la campaña en los hipódromos.

La colocación de microchips a los purasangre de la capital se inició el pasado jueves, con los primeros 22 dosañeros alojados en la estación de cuarentena. Son las piezas que ingresaron al hipódromo provenientes de los establecimientos de cría, listos para iniciar la doma y entrenamiento, con miras a su futura campaña.

El primer potro al que se le insertó la minúscula unidad fue a un hijo de Polish Council, del haras Villa Mar. También pasó por la prueba un descendiente del campéon My Own Business, en la selectiva La Emperadora. Los veterinarios Waldo Corvo y Daniel Rodríguez estuvieron muy activos con el trabajo durante la primera jornada.

El plan está apenas en una primera fase, pues más adelante se hará lo propio con los caballos activos alojados en Santa Rita, Valencia y La Rinconada, de manera que el sistema esté plenamente operativo para el segundo semestre de este año.

"Desde que el Stud Book fue transferido a nuestra institución, a mediados del año pasado, decidimos hacer un trabajo de reingeniería informática para modernizarlo. Ese organismo fue fundado en los años 30 por Jorge Coll y nunca tuvo un apoyo sistemático de tecnología por parte de los gobiernos hípicos. Ahora cuenta con las herramientas necesarias para colocarse a la altura de los mejores del mundo", dijo Héctor Dávila, presidente de la Superintendencia de Actividades Hípicas, quien resaltó que la inversión inicial de este proyecto alcanza los 60 millones de bolívares.

"Luego de terminar con los dosañeros y los caballos en campaña, atacaremos a la población alojada en los haras, es decir, padrillos, yeguas madres y sus productos", soltó el funcionario.

"Este sistema permitirá mayor rapidez en el trabajo, menor utilización de personal y seguridad en la identificación de ejemplares. Una vez insertado el microchip, con sólo pasar el escaner se tendrá la información a disposición".

Según el funcionario, Venezuela es el segundo país de Latinoamérica que pone en marcha la utilización del microchip. El primero fue Chile.

Pero el microchip es solo una parte de la ambiciosa iniciativa. Para determinar la veracidad de filiación de cada atleta equino también se le tomarán muestras de pelo, las cuales será sometidas a un examen de ADN, el cual se lleva a cabo en Estados Unidos.

Esta última tecnología reemplazará a la de la tipificación sanguínea (blood type), adoptada en Venezuela desde la pasada década y que implicaba toma de muestras de sangre a los ejemplares, que eran enviadas a la Universidad de Kentucky.

"Ya pedimos a dicha universidad el cambio para ADN. Trabajan en ese proceso. Así nos pondremos al día con los acuerdos alcanzados por la Federación Internacional de Autoridades Hípicas", dijo Dávila.

Adiós al tatuaje
Con la llegada del microchip, el doloroso método del tatuaje queda en el pasado.

Antes, como parte de la identificación de equinos, los veterinarios debían introducir en la encía del caballo unos hierros en forma de cilindro, que en su punta tenían agujas que perforaban esa superficie. Los surcos dejados se rellenaban con tinta china, apareciendo así tres letras y un número, previamente asignados por el Stud Book.

"El problema es que el tatuaje puede borrarse con el tiempo o verse confuso. Esto, sin incluir el dolor que implica para el animal la aplicación del mismo. Es tan fuerte que al caballo se le debe sujetar el labio superior con una pinza. También representa un problema al revisarlo, para verificar la identificación, porque muchos purasangre son nerviosos y les desagrada que examinen esa parte, con el consiguiente riesgo de accidentes", dijo el veterinario Corvo, con años de servicio en el Stud Book.

Cosas que implica la nueva tecnología






El microchip es un complemento de identificación y evita el fraude. El instrumento primario sigue siendo la reseña gráfica, elaborada por el veterinario al nacer el ejemplar, corroborada luego en el haras por el stud Book y ratificada en el hipódromo. La prueba de ADN terminará por blindar el proceso.

El servicio de inserción de microchip será cancelado por los dueños de los ejemplares, quienes pagarán seis unidades tributarias. Así también obtendrán el certificado de propiedad.

Los propietarios, luego de cumplido este paso, cancelarán otras seis unidades tributarias al stud Book por el certificado de reserva de nombre y otra media docena adicional con el objeto de obtener el permiso para que el caballo actúe en pruebas públicas, cuando se acerque el momento del debut.

Todo este proceso de modernización del registro e identificación de ejemplares redundará en menos trámites, una vez que el ejemplar culmine su campaña pistera y pase a la cría.

El Stud Book, eje vital en la industria del turf


Es el organismo que tiene por objeto custodiar el registro genealógico de identidad y propiedad de los caballos purasangre de carrera, a escala mundial.

Venezuela no es la excepción y desde hace varias décadas tiene a su Stud Book como referente de la actividad.

Allí se llevan los libros que registran desde el primer padrillo o yegua que ingresó a la cría, además de los anuarios que recopilan las estadísticas de cada temporada hípica en el país (tienen atraso de 20 años, pero ya iniciaron el trabajo para ponerlos al día).

El Stud Book de Venezuela cuenta con información de unos 65 mil ejemplares, que por muchos años se llevó de manera manual, pero ahora se está adecuando a la tecnología.

También están armando una base de datos que permitirá, a los futuros propietarios, por ejemplo, reservar los nombres de sus próximos ejemplares. Igualmente, para los criadores, ya se ofrece el servicio en línea, a través de la web de la Sunahip, mediante el cual están en la obligación de registrar los nacimientos de los potros en los haras, inscripción de sementales y yeguas madres, entre otros puntos. JRH