Según sus biógrafos, desde la adolescencia Gardel vivió pendiente del mundo de las carreras y se asegura que buena parte de su fortuna se esfumó en los distintos hipódromos del mundo.
En una entrevista de 1926 a un diario español, el mismo Gardel explicaba que había ganado mucho dinero, pero que también gastaba mucho... "he ganado y gano mucho, pero todo se me va. Me gusta vivir bien. Me gusta la bohemia dorada, ser generoso, el cabaret, las mujeres bonitas...¡Y las carreras de caballos !".
En Argentina Gardel tuvo varios caballos, pero en especial un alazán tostado al que llamó `Lunático`. "Lo acariciaba suavemente y le ofrecía azúcar", según un testigo de la época que asegura que "cuando el animal estaba muy inquieto, los cuidadores lo llamaban por teléfono y él se presentaba en el stud y le cantaba hasta que conseguía calmarlo".
Cuando Gardel comenzó su carrera artística sus compañeros de andanzas fueron Francisco Martino y José Razzano, con quienes compartía la fuerte afición por las carreras, al punto de que este último terminó siendo su socio en el stud Las Guitarras.
Martino es el autor de dos joyitas del repertorio de Gardel, `La catedrática` y `Soy una fiera`, que revelan ambas un sólido conocimiento de las carreras y del mundillo que lo rodea, recuerda Otero Bosque.
Las carreras también le depararon algo fundamental en la vida de Carlos, la amistad indestructible con el jockey uruguayo Irineo Leguisamo, que durante medio siglo gobernó las pistas del Rio de la Plata.
Gardel fue propietario de dos studs: "Las guitarras", en sociedad con José Razzano y "Gardel C". Fue propietario de varios caballos: La pastora, Amargura, Cancionero, Theresa, Mocoroa, Guitarrista y Explotó. Le gustaba decir que había sido "víctima de los caballos lentos y las mujeres ligeras" y festejaba la ocurrencia con sus contagiosas carcajadas.
El Diario
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