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Los paisajes de Raco se prestan para que se los recorra a caballo
Entretenimientos. Los veraneantes practican deportes al aire libre, se reúnen en peñas o asisten a fiestas. Personas de todas las edades eligen cabalgar, en especial las mujeres. Juegan al burako y se encuentran a conversar.Qué hacer, adónde ir
En Raco se puede visitar el Monumento a Atahualpa Yupanqui. El músico dejó su huella en Raco tras haberlo elegido como hogar durante largos años. En estancia La Calladita, se puede disfrutar de arte y música folclórica. Cabalgatas, consultar a los teléfonos 4214294 y 4000024. Alojamiento, en la hostería Atahualpa en la ruta 341, en El Siambón.
En la entrada del Club de Veraneantes de Raco, en un palenque están atados varios caballos. Son de un grupo de chicos que decidieron jugar en el río que bordea el club. Del otro lado de la calle, dos mujeres de unos 45 años arriban al lugar en dos yeguas.
Lejos de los autos y del ruido de la ciudad, en Raco el descanso parece estar marcado por el paseo en caballos. A 48 kimómetros de San Miguel de Tucumán, la postal se repite, acompañada por los cerros verdes, el viento fresco y una calma musicalizada con el trino de los pájaros.
En su mayoría quienes eligen cabalgar son las mujeres, pero en las calles de la villa veraniega se puede ver a personas de todas las edades montando caballos.
“Mis hijos andan a toda hora. Yo salgo casi todos los días”, contó Susana Paz Posse de Padilla, quien tiene una casa en Raco.
Ricardo Paz Posse y un grupo de ocho amigos sentenciaron: “Por lo general el que tiene casa acá tiene caballo. Es que el lugar se presta para recorrerlo en un ‘petiso’”, remarcó.
“Por la mañana estamos en el río, jugamos fútbol por las tardes y después salimos a andar a caballo”, explicó Ricardo. Este grupo de jóvenes se encontraba en el almacén “El Zanjón”, que también tiene un bar, cuyo salón durante el día está vacío porque tiene mesas en su jardín, donde se puede observar el inigualable paisaje.
Muchos de los veraneantes llegan al lugar en sus caballos, por lo general, al caer la noche. Más tarde, “El Zanjón” se transforma en peña.
“Los programas aquí son muy familiares”, explicaron Eduardo Ocaranza y su esposa, Lourdes, los administradores de “El Zanjón”. Detallaron que en Raco se practican deportes al aire libre y los veraneantes disfrutan del río.
En el club se pueden hacer estas actividades. Dentro de la asociación, las mujeres se entretienen jugando al burako y el jardín suele albergar a jóvenes que se reúnen a conversar.
Los fines de semana son el momento de la fiesta en el club. Los jóvenes tienen su sitio y los más grandes su salón. Sin embargo, en cada reunión, la separación generacional se funde en una misma pista de baile y los veraneantes aseguraron que entre los autos y las camionetas estacionadas en la puerta, algún caballo siempre espera a su jinete.
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