El parque infantil de Casa Plata se convierte en improvisado centro de esparcimiento para equinos y niños: los primeros se comen el césped.
VUELVE la fiebre del caballo. Del caballo suelto, en este caso. Puede que la imagen de un equino en plena calle, en realidad, nunca haya dejado de ser habitual en una ciudad como Cáceres, capital de una provincia en la que los animales causaron más de 200 accidentes de carretera en un solo año. Ayer, esa costumbre tomó cuerpo en plena ciudad, en el parque infantil de la urbanización Casa Plata. Allí comparten un mismo escenario de diversión y esparcimiento niños y cuadrúpedos.
Los caballos sueltos por Cáceres son una novedad relativa. El parte de sucesos que proporciona la Policía Local daría para escribir una tesis sobre el particular. Y la historia viene de atrás. «En las afueras de la ciudad de Cáceres siguen apareciendo caballos sueltos que ocasionan situaciones de peligro», informaba este diario en 2002. En estas páginas se han publicado noticias de caballos desperdigados en Aldea Moret, de desalojo de animales perdidos en mitad de una calzada, de otros que rodeaban el parque de bomberos, de algunos más que, con nocturnidad incluida, se apostaron sobre las inmediaciones de la Facultad de Empresariales...
Cáceres es una provincia especialmente agropecuaria y da para situaciones como éstas y más inverosímiles. Algunas veces, con percances de circulación y desgracias personales por medio. Muchas de esas escenas se pueden ver en plena ciudad, como ayer en el parque infantil de Casa Plata, donde una yegua y su cría pastaron ('cespearon', habría que escribir en esta ocasión) entre columpios y otros juegos recreativos. Los animales no entorpecieron en ningún momento el disfrute de las instalaciones al único niño que, a media mañana, paseaba con su abuela por allí. «Se vienen aquí porque están más fresquitos, al césped claro», reflexionaba la mujer que acompañaba al crío, que ajeno a los movimientos de los dos equinos probó varios juegos antes de despedirse.
Los caballos fueron cambiando de sitio. Eso sí, casi sin despegar la boca del césped, del que dieron buena cuenta. «No es una situación de recibo. Allí no puede haber caballos. Si no pueden ir los perros sueltos, ¿cómo van a hacerlo los caballos?», se lamenta Miguel López, concejal de Infraestructuras. Para casos como el que nos ocupa la alternativa más a la vista es marcar el 092. A continuación interviene la Policía Local y desaloja a los 'invasores'. La crónica se puede leer en el parte del día siguiente. No es tan raro. En Cáceres, no.
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