VALDEOLEA
Más de 150 animales fueron inscritos en la muestra
Uno de los lotes de burros que participaron en la muestra de Camesa. / DEL RÍO
En la localidad campurriana de Camesa, en el término municipal de Valdeolea, se celebró, ayer, la quinta concentración de ganado asnal, la única de esta especie equina que tiene lugar en Cantabria. Desde que se puso en marcha, esta cita se ha ido consolidando y este año ha destacado porque se registraron cerca de 150 animales entre machos y hembras, y asistió mucho público. Como siempre desde que se celebró por primera vez esta muestra, el Ayuntamiento de Valdeolea, que preside el socialista Ángel Calderón, y la Asociación Amigos del Burro se encargaron de la organización.
Este año, la exposición cambió de lugar a la entrada del pueblo, en una amplia pradera de Domingo Gómez cedida gentilmente. Los burros, burras y las crías fueron colocadas en cercados individuales y lo más solicitado por algunos visitantes era hacerles fotos con sus hijos, o nietos en otros casos. Presentaron lotes numerosos de animales, entre otros, Cesáreo Gutiérrez, de Quintana de Toranzo; Domingo Gómez, de Camesa; Tomás Ruiz, de Luena; Manuel Ortiz, de Vega de Pas y Gumersindo de Celis (Puentenansa). Del pueblo de Bercedo dos burras engalanadas, propiedad de Toño y Diego López, sobrinos del alcalde, que llamaron la atención de la concurrencia. Tomás Ruiz vendió dos burras de dos y tres años, a 570 euros cada una, adquiridas por un ganadero de Burgos. También se esperaba la comparecencia de un comprador de Barcelona, que había anunciado su visita para llevar a cabo algunas operaciones de compra-venta.
En el lote de Domingo Gómez había una burra de 20 años de edad, con una cría (borriquilla) nacida la noche anterior, aguantándose a pie firme junto a la madre, que la protegía del viento que soplaba. Al filo del mediodía actuaron los Picayos de Cartes y por la tarde, el grupo de folk Gantu Malo.
Olla ferroviaria
En el mismo escenario, durante cuatro horas, se condimentó la famosa olla ferroviaria, en media docena de recipientes. Santiago Beugedo, cocinero de Mataporquera, fue el encargado de los guisos junto a dos féminas como ayudantes. Fueron utilizados 100 kilos de patatas, 40 de carne de vacuno; 30 kilos de pimientos; 20 de cebollas, 20 de tomates, ajo y perejil. Comentaron que cuanto más lenta fuera la cocción, mejor sabor se obtenía en el plato ferroviario. Y como fuego, carbón vegetal como manda la receta ancestral.
Este año, la exposición cambió de lugar a la entrada del pueblo, en una amplia pradera de Domingo Gómez cedida gentilmente. Los burros, burras y las crías fueron colocadas en cercados individuales y lo más solicitado por algunos visitantes era hacerles fotos con sus hijos, o nietos en otros casos. Presentaron lotes numerosos de animales, entre otros, Cesáreo Gutiérrez, de Quintana de Toranzo; Domingo Gómez, de Camesa; Tomás Ruiz, de Luena; Manuel Ortiz, de Vega de Pas y Gumersindo de Celis (Puentenansa). Del pueblo de Bercedo dos burras engalanadas, propiedad de Toño y Diego López, sobrinos del alcalde, que llamaron la atención de la concurrencia. Tomás Ruiz vendió dos burras de dos y tres años, a 570 euros cada una, adquiridas por un ganadero de Burgos. También se esperaba la comparecencia de un comprador de Barcelona, que había anunciado su visita para llevar a cabo algunas operaciones de compra-venta.
En el lote de Domingo Gómez había una burra de 20 años de edad, con una cría (borriquilla) nacida la noche anterior, aguantándose a pie firme junto a la madre, que la protegía del viento que soplaba. Al filo del mediodía actuaron los Picayos de Cartes y por la tarde, el grupo de folk Gantu Malo.
Olla ferroviaria
En el mismo escenario, durante cuatro horas, se condimentó la famosa olla ferroviaria, en media docena de recipientes. Santiago Beugedo, cocinero de Mataporquera, fue el encargado de los guisos junto a dos féminas como ayudantes. Fueron utilizados 100 kilos de patatas, 40 de carne de vacuno; 30 kilos de pimientos; 20 de cebollas, 20 de tomates, ajo y perejil. Comentaron que cuanto más lenta fuera la cocción, mejor sabor se obtenía en el plato ferroviario. Y como fuego, carbón vegetal como manda la receta ancestral.
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