P RECIOSAS fotografías las de Peter Müller, en la exposición promovida por Caja Segovia e instalada en el Centro Cultural Cronista Herrera de Cuéllar, tras la última remodelación de la sala. Peter Müller es un conocido fotógrafo publicitario suizo, apasionado de lo español en general y del flamenco en particular, que ha realizado varios trabajos sobre el mundo de los toros, el flamenco y los caballos. Su último trabajo, 'Sueños', tiene como protagonista a la bailaora Sara Baras.
En este caso se trata de la pasión por los caballos cartujanos y la pasión por el arte. Los caballos se sitúan en ámbitos más o menos intervenidos por conocidas obras de arte en las que también aparecen caballos.
Mucho se ha dicho del caballo como compañero necesario del hombre en el largo camino de la civilización, y Mario Vargas Llosa, articulista de lujo del catálogo, reflexiona brillantemente sobre ello en un artículo titulado 'Caballos civilizados'. Y realmente, estos animales inteligentes, disciplinados, dignos, exigentes y elegantes, no desdicen nada entre los cuadros y nos hacen pensar que les guardan un respeto. Me pregunto cuántas personas son capaces de compartir el espacio con una obra de arte sin mofarse, sin agredirla o sin buscarle tres pies al gato. Muchas, sin duda. Lo que no logro comprender es por qué no son todas. Lo que no hace la maldad lo hace la ignorancia.
Los caballos fotografiados por Müller demuestran que algo se les ha pegado de los cuadros y, observándolos, llegamos a la misma conclusión con la que Vargas Llosa termina su artículo: descubrir «que los caballos andaluces tenían un alma, y que era buena».
Hay otra idea brillante en el Prólogo de Atilano Soto que merece la pena leer: «Es lícito preguntarse si las impresiones de fuerza, majestuosidad, seguridad, belleza, libertad e impetuosidad que despiertan en nosotros muchos retratos ecuestres se mantendrían con tan diáfana claridad si esos mismos efigiados se nos presentaran a pie. Yo creo que no». Y quien dice caballo dice coche de alta gama o dice moto y casco.
La frase de Atilano me trae a la cabeza la actitud soberbia y arrogante del 'Colleoni' de Andrea Verrochio, situado en un altísimo pedestal en Venecia. Como contrapunto, ahí está la caballerosidad sin caballo de Ambrosio de Spínola en 'Las Lanzas' de Velázquez.. Y no me queda sino citar, por puro placer, la fotografía que más me ha gustado: Aquella en la que un caballo blanco parece perdido sobre un inmenso lienzo con una reproducción a gran tamaño de 'El Triunfo de la Iglesia» de Rubens, perteneciente a la serie de bocetos para los tapices de las Descalzas Reales de Madrid y que, no sé por qué, son los únicos cuadros que nunca dejo de visitar cada vez que voy al Museo del Prado.
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