El Gran Premio Arco de Triunfo
Por Julio Guimaraes
Enviado especial
PARIS.- Ella corre. Ella gana. Ella es fenomenal, imbatible. Ella es Zarkava, desde ayer, su majestad la reina de Longchamp.
Nació en cuna de oro la ganadora del Qatar Prix de l Arc de Triomphe (G 1-2400 metros). Qué otra cosa se podría decir, si no, de una potranca criada por su alteza el príncipe Karim Aga Khan, continuador de una gran tradición hípica familiar, heredada cuando tenía 23 años de su padre y éste, a la vez, del suyo.
Va por los 71 el Aga Khan, que antes vio ganar tres veces a caballos suyos en el Arco y actualmente tiene un escuadrón de 220 repartidos entre Irlanda y Francia.
Zarkava triunfó siete veces consecutivas. Por lo visto, no existe en el Viejo Mundo el caballo que sea capaz de superar a esta yegua mediana, de cabeza femenina, elegante, hecha gacela en la pista.
Ayer le ganó por dos cuerpos a Youmzain, un viejo conocido del Arco, puesto que lo corrió y también perdió el año pasado, cuando quedó a un suspiro de batir a Dylan Thomas.
Conseguir dos segundos puestos en la carrera sobre césped mejor paga del mundo tiene el valor de una hazaña, pero nadie se acordará de Youmzain en breve. No hay bronce para los que pierden por seis metros en una carrera por 2 millones de euros al primero. Tampoco para los que llegan a una cuadra.
Sí habrá pasaje a la historia para Zarkava, cuyo propietario continúa sorprendido por lo que es capaz de hacer ella. En conferencia de prensa, el príncipe dijo que era muy temprano para hablar del futuro de la campeona, pero descartó la posibilidad de llevarla a los Estados Unidos para buscar rivales en la Breeders Cup.
Después de esa rueda con los medios, mientras firmaba autógrafos y caminaba hacia el salón Ribot, donde los dueños de los caballos tenían una zona preferencial, LA NACION alcanzó a cruzar unas palabras con el príncipe. "Ganar el Arco es magnífico, emocionante, romántico", definió en francés, y ante la pregunta de este enviado sobre la posibilidad de volver a disfrutar en las pistas de su campeona el Aga Khan utilizó la palabra finish , como quien quiere adelantar que pronto Zarkava dejará de funcionar en los hipódromos.
Su triunfo de ayer, una tarde de otoño que comenzó lluviosa y regó la pista de césped, fue en pleno desafío a las leyes naturales de la hípica. Porque no se puede correr un Arco de Triunfo largando junto a la cuerda, quedando última, saliendo casi a los saltitos de las gateras, para meterse en la zona donde todos vienen atascados.
Cualquier otro caballo hubiera colapsado, pero Zarkava no entró en crisis. Ella es una potranca valiente, que tiene actitud de sobra para desatar cualquier nudo.
Cuando en la larga recta de Lonchamp su jockey, el belga Christophe Soumillon, le enseñó a gambetear adversarios, sacándola del encierro, el hipódromo comenzó a ver que nacía una leyenda.
"Me dio la misma sensación extraordinaria que había experimentado antes con Dalakhani [ganador de esta competencia en 2003]. Creo que únicamente él hubiera sido capaz de desafiarla. Ellos son los dos caballos de mi vida", apuntó Soumillon.
Bajo el cielo nublado de París, Zarkava ganó el Arco de Triunfo. El emir de Qatar, Al Thani, que dicho sea de paso invitó ayer mismo a Bruno Quintana, el presidente del Jockey Club presente aquí, a visitar su país, fue testigo de la hazaña. Era de oro el trofeo que depositó en manos del Aga Khan. De oro también es Zarkava, una perla para el turf del mundo, un diamante para admirar.
Louis Romanet, presidente de la Federación Internacional de Autoridades Hípicas (IFHA, las siglas en inglés), que ayer compartió un almuerzo en Longchamp con Bruno Quintana, Horacio Bauer y Luis Ureta Sáenz Peña, el embajador argentino en Francia, conducirá hoy las deliberaciones de la cumbre del turf.
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