Destrezas a caballo y folclore marcaron el pulso de la tarde en el Scalabrini Ortiz. (Foto: E. Rodríguez)
El Libertador José de San Martín fue homenajeado ayer con un acto y desfile de carros y jinetes de agrupaciones tradicionalistas por la zona norte de la ciudad. Así se conmemoró, a partir de una iniciativa de la Municipalidad, el 158 aniversario de la muerte del general, que culminó en una fiesta de folclore y destrezas a caballo en el parque Scalabrini Ortiz.
Las actividades empezaron a las 10 en el cruce de Circunvalación y la avenida de los Granaderos (ver aparte). Desde allí partió una caravana de carros hasta el parque Scalabrini Ortiz, para compartir una tarde de sol adobada por chamamés y chacareras, tortas fritas y empanadas, y una serie de juegos y competencias de a caballo.
Detrás de una improvisada tranquera, unos 50 carros y sulkies esperaban su turno para participar del concurso de destrezas y juegos de rienda, como carreras con obstáculos. Al costado de la improvisada pista, el locutor Andrés Mena desgranaba coplas y tiraba frases en sintonía con su programa radial costumbrista "Ecos de mi tierra". "De algo hay que morir, dijo un santiagueño y agarró la pala", sorprendía entre sus comentarios sobre el concurso: "Ese se fue como que lo corrió la suegra", "mirá esos dos (caballos), van juntitos como novios nuevos".
Los carros, algunos de ellos muy coquetamente tuneados, fueron dejando la pista a unos 40 jinetes ansiosos por demostrar sus habilidades. A un costado, un gaucho correntino de 71 años, explicaba en qué consistía cada modalidad. "Estoy jubilado y ya no me quedan pantalones, así que vivo con esta ropa", decía Julio García, feliz con su traje típico de tiempo completo.
Otra escena dominaba el otro costado del predio, con la sucesión de grupos folclóricos. Chamamé, zambas y chacareras que contaban con la esporádica y espontánea actuación de improvisados ballets que, a pesar de no estar vestidos para la ocasión, se juntaban contra el escenario a levantar polvo y sentir la tradición.
Sobre las 17.30, y aunque todavía seguía llegando gente que sacaba las reposeras del baúl para aprovechar lo que quedara de sol, el locutor advirtió a los jinetes: "Vamos muchachos que nos agarra la noche". Mientras se corrían las últimas pruebas, algunas familias dejaban el parque en los mismos carros en los que habían llegado. La fiesta de la tradición se terminaba y horas más tarde sólo quedarían en el predio tres participantes silenciosos: las inmensas torres de departamentos que se erigen sobre el Paraná.
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