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La entrenadora priorizó la familia, volvió desde los Estados Unidos y ya prepara sus caballos en Palermo.
Por Carlos Delfino
De la Redacción de LA NACION
Hay momentos en los que una persona siente la necesidad de darle otro rumbo a su vida. Se trata de tomar decisiones importantes. De firme, sin dudar, como lo hizo María Virginia Pascual al armar las valijas en 2000, para probarse como entrenadora en la hípica de los Estados Unidos, y ahora, aceptar una propuesta para trabajar en Palermo.
Las circunstancias fueron totalmente diferentes. Por entonces, el cambio significó un alivio, tras ser una de las víctimas de una serie de secuestros extorsivos. Esta vez, el traslado giró en torno a su condición de madre y la intención de compartir más tiempo con su hija, Sofía, de 2 años, y permanecer más cerca de sus afectos.
"Allá, como acá, hay que dedicarse todos los días, pero es más estresante. Hay que estar a toda hora, viajar con los caballos de un Estado hacia otro y, como se corre por temporadas, mudarse cada seis o siete meses. Lo hice durante los siete años y medio que estuve allá, pero con una nena se hacía más duro todo. A ella tenía que dejarla diez horas en una guardería", explica Viky , mientras toma un café en la confitería París, en el hipódromo porteño, ahí en el límite que divide los relinchos del repiquetear de las monedas.
"Encontré un turf distinto del que había cuando me fui. Hoy Palermo está al nivel de cualquier hipódromo de los Estados Unidos", asegura la preparadora, de 32 años, y mira a su alrededor. El feriado cae bien en el Argentino y anteayer, pese al frío, había más público que el sábado pasado, cuando se corrieron dos clásicos selectivos.
Virginia presentó en el Gran Premio General San Martín a Mr. Shiner, que es preparado por su padre, Domingo Pascual. El tiempo de sus ejemplares ya vendrá. "Cuando me volví tenía 32 caballos, incluidas varias yeguas de Juan Carlos Bagó y su hija, Alejandra, que ahora las trajeron para madres. Ellos me ayudaron allá y me dieron apoyo cuando les comenté que tenía ganas de volverme. Ahora quiero arrancar de a poco; me tengo que habituar a todo y terminar de armar mi equipo. Prefiero no hacer un cambio demasiado brusco. Hay en el stud un muy buen grupo de caballos de Las Canarias y la mayoría son productos para correr el año que viene", describe la joven cuidadora.
Se la nota entusiasmada a Viky , siempre con una genuina sonrisa para entregar a lo largo de la conversación. En los Estados Unidos ganó cerca de 200 carreras y sostiene que "el buen promedio de victorias es el que me trajo buenos clientes". A muchos de ellos los tomó de sorpresa su determinación, pero Pascual sostiene: "Terminé bien la relación con todos. Dejé las puertas abiertas por si mañana debo volver, pero me tengo fe para que me vaya muy bien".
Se acerca la hora de la carrera y la requieren en el Comisariato, para retirar la montura a la que se subirá Jorge Ricardo. Enseguida se acomoda dentro del abrigo y hacia allá camina, recordando que todo comenzó en Miami con un caballo que le regalaron. "Tenía una lesión en un tendón, lo recuperé y ganó un par de veces antes de que lo reclamaran. El sistema de claiming es buenísimo y gracias a esas carreras podés crecer", afirma, y se despide ratificando el porqué de su vuelta. "No es que no haya pensado en la inseguridad, sino que prioricé la parte afectiva, la necesidad de estar junto con la familia."
* Cacho apuesta a la felicidad de su hija
"Ella es trabajadora y se hizo lugar con mucho esfuerzo en una hípica difícil como la de los Estados Unidos. La veo feliz, contenta, y eso me gusta." Del entrenador Domingo Pascual, sobre el retorno de su hija.
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