El obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos, destaca el papel de la patrona como asidero de fe en tiempos difíciles · Tras el oficio, los caballos toman el protagonismo en un recinto ferial muy animado
Shus Terán / Tarifa | Actualizado 09.09.2008 - 01:00
Las damas infantiles junto a la representación municipal en la misa de renovación del voto a la Virgen de la Luz, ayer por la mañana.
Jinetes con sus caballos en el Real de la Feria, a mediodía.
La presidenta de la caseta 5Comentario, Amparo, atiende a sus invitados.
Los tarifeños honraron ayer a su patrona en el lunes de Feria. El recinto presentaba el mejor de sus aspectos con un albero al que le faltaba arena para albergar los pies de tantas personas que, al reclamo de tan señalado día, acudió masivamente hasta el Real para disfrutar de la festividad de la Virgen de la Luz y del día del caballo.
La jornada comenzaba temprano para los cuerpos aún resacosos del jolgorio de la noche del domingo. La seguridad de una jornada festiva animó a muchos a aguantar el domingo hasta altas horas de la madrugada. Casetas abarrotadas y gente por doquier.
La misma imagen se repitió en los cacharritos, las tómbolas, las barras y los puestos. Mucha gente y buena parte de ellos venidos del campo, a la que cada año se les atrae aprovechando que vienen al pueblo para saludar a la Virgen de la Luz. Animación a raudales y en familia, pues en la noche del domingo no era nada raro ver a familias enteras disfrutando alrededor de una jarra de rebujito o cerveza y a un plato de carrillada.
Ayer la jornada de maitines se tornó solemne para concelebrar la misa en honor a la campera y una vez más renovar la adoración a la patrona mediante la ceremonia religiosa oficiada en San Mateo por el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza. Una misa multitudinaria afectada en parte por las obras, pero que no deslució un ápice y provocó que el alcalde, Miguel Manella, como máxima autoridad, renovara para el municipio el patronazgo de la Virgen María Santísima de la Luz. Una larga ceremonia durante la que el obispo destacó el papel de la Virgen como "solución a los enredos que nos atan a los problemas". Repasó Ceballos Atienza la figura de la Virgen recalcando su valor como asidero de fe ante "momentos difíciles" sumidos en una profunda crisis.
Larga la misa que una vez terminada propició una presencia masiva de gente en el Real. Poco a poco, las casetas se fueron llenando y en una hora transitar por el recinto se hacía complicado entre caballos, jinetes y público. Pero realmente el albero de la feria se dibujó ayer como una estampa increíble en el que la belleza de las mujeres a la grupa de los caballos y la recortada figura de los jinetes contribuyeron a destacar el verdadero sentido del día del caballo como día grande en el programa de actos.
Sobre las 14:00 horas el Real comenzó a poblarse y fueron muchos los que se declinaron por degustar las viandas que ofertaban las diferentes casetas. Arroces, flamenquines cordobeses, berza, tortilla de patata, pimientos asados, croquetas caseras, sopa de ajo o queso y jamón.
Variado tenderete que demostró que la feria viene a ser un gasto económico casi brutal. Pues lo que en un bar o restaurante se encuentra a un precio asequible, la Feria dispara su precio y casi lo cuadruplica. Toda una pasada que se dejará notar al final de las fiestas en el bolsillo tarifeño. Pero al margen de lo caro, estuvo el disfrute y, ciertamente, la jornada de ayer y a pesar del molesto viento de levante fue de disfrute intenso.
Fueron muchos los jinetes que al reclamo del histórico trofeo Paco Pestisme acudieron engalanando montura al Real que se lleno de los ruidos de los cascos de los caballos y tomaron el protagonismo. Algo que se verá refrendado durante toda la feria, donde tan singular animal volverá a ser el protagonista. Alrededor de un centenar de caballos se congregaron entorno al Real de la Feria tarifeña para un año más, demostrar la buena salud de la yeguada local. Preciosa la estampa de los caballos galopando por las arenas de la playa de la "Tortuga" a escasos metros del recinto ferial.
La jornada comenzaba temprano para los cuerpos aún resacosos del jolgorio de la noche del domingo. La seguridad de una jornada festiva animó a muchos a aguantar el domingo hasta altas horas de la madrugada. Casetas abarrotadas y gente por doquier.
La misma imagen se repitió en los cacharritos, las tómbolas, las barras y los puestos. Mucha gente y buena parte de ellos venidos del campo, a la que cada año se les atrae aprovechando que vienen al pueblo para saludar a la Virgen de la Luz. Animación a raudales y en familia, pues en la noche del domingo no era nada raro ver a familias enteras disfrutando alrededor de una jarra de rebujito o cerveza y a un plato de carrillada.
Ayer la jornada de maitines se tornó solemne para concelebrar la misa en honor a la campera y una vez más renovar la adoración a la patrona mediante la ceremonia religiosa oficiada en San Mateo por el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza. Una misa multitudinaria afectada en parte por las obras, pero que no deslució un ápice y provocó que el alcalde, Miguel Manella, como máxima autoridad, renovara para el municipio el patronazgo de la Virgen María Santísima de la Luz. Una larga ceremonia durante la que el obispo destacó el papel de la Virgen como "solución a los enredos que nos atan a los problemas". Repasó Ceballos Atienza la figura de la Virgen recalcando su valor como asidero de fe ante "momentos difíciles" sumidos en una profunda crisis.
Larga la misa que una vez terminada propició una presencia masiva de gente en el Real. Poco a poco, las casetas se fueron llenando y en una hora transitar por el recinto se hacía complicado entre caballos, jinetes y público. Pero realmente el albero de la feria se dibujó ayer como una estampa increíble en el que la belleza de las mujeres a la grupa de los caballos y la recortada figura de los jinetes contribuyeron a destacar el verdadero sentido del día del caballo como día grande en el programa de actos.
Sobre las 14:00 horas el Real comenzó a poblarse y fueron muchos los que se declinaron por degustar las viandas que ofertaban las diferentes casetas. Arroces, flamenquines cordobeses, berza, tortilla de patata, pimientos asados, croquetas caseras, sopa de ajo o queso y jamón.
Variado tenderete que demostró que la feria viene a ser un gasto económico casi brutal. Pues lo que en un bar o restaurante se encuentra a un precio asequible, la Feria dispara su precio y casi lo cuadruplica. Toda una pasada que se dejará notar al final de las fiestas en el bolsillo tarifeño. Pero al margen de lo caro, estuvo el disfrute y, ciertamente, la jornada de ayer y a pesar del molesto viento de levante fue de disfrute intenso.
Fueron muchos los jinetes que al reclamo del histórico trofeo Paco Pestisme acudieron engalanando montura al Real que se lleno de los ruidos de los cascos de los caballos y tomaron el protagonismo. Algo que se verá refrendado durante toda la feria, donde tan singular animal volverá a ser el protagonista. Alrededor de un centenar de caballos se congregaron entorno al Real de la Feria tarifeña para un año más, demostrar la buena salud de la yeguada local. Preciosa la estampa de los caballos galopando por las arenas de la playa de la "Tortuga" a escasos metros del recinto ferial.
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