Un testimonio del médico irlandés Thomas J. Hutchinson. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.
El médico irlandés Thomas J. Hutchinson (1802-1888) recorrió las provincias argentinas, entre ellas Tucumán, a comienzos de la década de 1860. En su libro "Buenos Aires y otras provincias argentinas, con extractos de un diario de la exploración del Salado en 1862 y 1863", editado en Londres en 1865, narra aspectos de su viaje de Tucumán a Córdoba. Lo realizó en una de las diligencias o "mensajerías" que cubrían en 15 días ese trayecto de 180 leguas (en 1871 las cosas algo habían mejorado, pues a Paul Groussac el tramo le tomó 10 días).
La diligencia, narra, "va acompañada de un carro de la hechura de los de la compañía de ’Parcels Delivery’ (entrega de encomiendas) de Londres, tirado por cuatro caballos ensillados y montados como los de la diligencia, y se usa para la conducción de bolsas de correspondencia, equipajes de los pasajeros y pequeñas encomiendas o paquetes de mercaderías.
Ambos rodados pertenecen a la compañía ’Iniciadores y Correos Nacionales’, o sea carruajes de correspondencia y pasajeros, para el establecimiento de los cuales, en las provincias, ha habido un convenio entre el Gobierno y contratistas particulares".
En cuanto al viaje en sí, extractaba una colorida página de su diario. "La excitación que produce viajar en un tren expreso por el más oscuro túnel, entrando o saliendo al caño del puente de Menay, o a lo largo de las precipitadas pendientes del mar de Whicklow", decía, "es trivial comparada con el viaje de Tucumán a Córdoba". Llovía constantemente "y los caminos, apenas distinguibles, son estanques de barro y agua.
Diez jinetes en otros tantos caballos, gritando -castigando los primeros a los segundos con sus rebenques de cuero-, los caballos galopando y esparciendo agua y barro -un animal cayendo sobre las rodillas o garrones, y levantándose tan pronto como se cae-, otro caballo enredando la pata en la soga del tiro, llamada ’cuarta’, y desenredándose él mismo instintivamente por una furiosa patada- mientras la diligencia rueda entre el barro y el agua a lo largo del desigual camino, como un pesado buque barquinando en el mar,¡esto es el viaje!".
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