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"Trabajar en forma INTEGRADA, HACIENDO QUE LAS COSAS PASEN"
Este año ¿lo lograremos?
Mario López Oliva

sábado, 29 de noviembre de 2008

Tuvo premio tanta perseverancia

Lanacion.com (Argentina) - Argentina

Claudio Quiroga buscó sin desanimarse su primer gran triunfo y lo encontró en Palermo con El Garufa; "Esto es muy competitivo", dice

Por Carlos Delfino
De la Redacción de LA NACION

Ocho años debió esperar Claudio Quiroga para ganar una competencia de Grupo 1 y llevar la copa a su casa. Habrá que ver si tendrá lugar en una vitrina o seguirá por un tiempo más en las manos de Matías, su hijo de dos años, que tras el triunfo de El Garufa en el Gran Premio Palermo hacía fuerza para alejar del piso el trofeo del que no se separaba ni un instante y que mide poco menos que él.

Fue una recompensa para la perseverancia y el empeño de jinete y caballo, una sociedad que hace tiempo se hubiese llevado un éxito de este rango si se los otorgara por puntos.

Pero las carreras, se sabe, no admiten esa posibilidad. Se entiende, entonces, que el piloto, de 27 años, confiese: "Estaba un poco ansioso por ganar mi primer gran premio, y hacerlo con este caballo tiene un sabor especial. Habíamos perdido más de una vez por mala suerte y esta vez se nos dio".

Quiroga no es de los que más corren en nuestros hipódromos, pero tiene un alto porcentaje de eficacia, con una victoria cada cuatro presentaciones en los dos últimos meses. Una postal que contrasta con sus inicios.

"Cuando llegué del interior tenía muchas posibilidades. Me hice jockey en seis meses", recuerda. Aquel punto de partida fue en 2000, junto con el entrenador Jorge Mayansky Neer, pero había hecho un prólogo extenso en las cuadreras, su escuela en el arte de conducir sangre pura de carrera desde que tenía 14.

"Siempre supe que iba a dedicarme a esto. Es un bien de familia. Mi papá también fue jockey", comenta. La referencia es por Rubén Quiroga, que aún corría en los escenarios principales cuando Claudio incursionaba en las extraoficiales, haciendo base en Venado Tuerto.

"Hasta hace unos años seguía yendo cada 1º de mayo, cuando hacen la fiesta grande del turf de la ciudad, pero ya le perdí el gusto. Se desvirtuaron un poco las cosas. Ahora hay muchos golpes, caídas, no importa nada", se lamenta. Hubo otro motivo para alejarse de las cuadreras: "Son el agua y el aceite. Ya me acostumbré a las carreras con desarrollo".

Sonríe permanentemente Claudio. Cuando dialoga y cada vez que un fotógrafo busca su imagen. Ahí sigue Matías, recostado sobre las piernas de su padre. Es un momento de felicidad para sacarle punta. Son instantes en los que ni siquiera perturban la alegría los malos recuerdos.

"Es difícil hacerse un lugar. Esto es muy competitivo y cuesta remontar. Hace unos años, incluso, no sabía si iba a seguir corriendo, porque tuve un aplastamiento en una vértebra, al caerme en San Isidro, en un ensayo, y pasaron nueve meses hasta que volví a correr", memora.

Ahora, ya con su primer trofeo de Grupo 1 ganado, tal vez encuentre más posibilidades que las que le brinda Santiago Bedoya, el entrenador que lo respalda como ningún otro. Aunque la copa siga en manos de Matías.

6 carreras ganó el jockey Claudio Quiroga con El Garufa; entre ellas el Gran Premio Palermo, el clásico Chapar y el Reconquista.





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