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Este año ¿lo lograremos?
Mario López Oliva

viernes, 22 de agosto de 2008

Galopes en la arena, El hipódromo de la playa de Sanlúcar

Diario de Cádiz - Cádiz, Cádiz, Spain



Galopes en la arena

El hipódromo de la playa de Sanlúcar en verano se convierte en un acontecimiento social, un recreo para turistas, un juego infantil de apuestas y, sobre todo, turf, mucho turf

R.D., Verano | Actualizado 14.08.2008 - 10:26
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La competición con los caballos a galope. /Borja Benjumenda



Una estampa indisociable del verano en la provincia son los caballos galopando en la muerte del Guadalquivir con el sol cayendo. Es una imagen bella que consigue reunir a miles de personas en este hipódromo efímero siguiendo las carreras con la misma flema que si fuera Ascot, pero con los zapatos llenos de arena. Todo un mundo se mueve en torno a uno de los mayores espectáculos estivales, ya sea en el ámbito puramente social de las carpas o en el más popular, donde destaca la tradición de los chavales con sus pequeñas taquillas en las que se pueden realizar pequeñas apuestas. No dejan de ser simbólicas, pero su originalidad, a base de cartón y rotulador, ha llevado al propio Patronato de Turismo a crear un premio para galardonar el diseño rudimentario pero imaginativo de los más jóvenes. No son pocos. Durante este primer ciclo se ha podido ver las líneas de meta dibujadas en la arena y se podían contabilizar un mínimo de 60. La pequeña tradición de hace unos años se masifica y la competencia es dura. Lo que está claro es que los chicos, de este modo, participan activamente en una de las convocatorias de mayor tradición del verano.

El asunto viene de lejos. El 20 de septiembre de 1845 se produjo una reunión, de la que existe un acta, en el que se crea la Sociedad de Carreras de caballos de Sanlúcar. Lo hicieron dos semanas después de que se celebrara la primera carrera en sus playas de la que se tiene noticia. Es verdad que eran las carreras que se echaban entre los dueños de ganado locales y los caballos eran los mismos que se dedicaban al transporte de pescado. Pero estaban formalizadas y hasta entonces sólo había noticias de de que se realizaran carreras de velocidad entre caballos, al estilo inglés, en la Alameda de Osuna, en Madrid. La tradición sanluqueña no tuvo muchos problemas con el anglicismo de su competición hasta llegar a dar esa dimensión que hoy siguen teniendo de un poco deporte y un poco encuentro.
A principios de los 80 fue cuando la refundación de aquella antigua sociedad impulsó de nuevo las carreras, hasta el punto de ser incluidas dentro del no demasiado extenso circuito nacional de carreras. Es decir, lo que hay en Sanlúcar, por si alguien tiene alguna duda, son carreras de verdad en un circuito de verdad que, eso sí, funciona como ordena la marea. Y eso lo hace durante agosto en dos ciclos de tres días.

El tirón es indiscutible. En las dos primeras jornadas, la del martes y la de ayer, unas 40.000 personas se han reunido en torno a las playas de Bajo de Guía y las Piletas, por donde transcurre el recorrido, una multitud atraída por el turf en toda su esencia. 120 caballos inscritos, casi 190.000 euros en premios y, tras 163 ediciones, la apertura completa a las nuevas tecnologías con resultados inmediatos en los teléfonos móviles y conexión con Fuengirola para ampliar el abanico de posibilidades a la hora de recibir apuestas.

Y es que en Sanlúcar se puede ver de todo. Desde bastantes horas antes las familias playeras van cogiendo sitio y lo hacen bien pertrechadas con neveras y comidas para asistir al espectáculo, un poco alejadas de la línea de meta pero en excepcional lugar para ver el galope tendido de los caballos. Todo dura muy poco tiempo, no más de tres minutos, que es lo que puede suponer que el coche de la Guardia Civil despeje la zona, los bañistas se retiren detrás de la malla naranja y pasen a todo trapo los jockeys con sus cabalgaduras. Pasan los competidores y, por un rato, hasta la siguiente carrera, es como si no estuviera sucediendo nada. Se ve a los niños chapoteando en el agua, la gente paseando por la orilla... hasta que pase de nuevo la Guardia Civil y en un rápido movimiento sincronizado se repite la operación.
En la zona de las gradas también hay impaciencia, aunque hay mayo jaraneo, ya que ahí se encuentra el gran núcleo de apostadores, de apuestas de las reales. Ya no hay límite a las apuestas, aunque las carreras de Sanlúcar no son propiamente un lugar de apuestas como los grandes hipódromos, por lo que las cantidades son pequeñas. Cerca de un 15% han crecido los apostantes en este primer ciclo con respecto al año anterior. Los organizadores subrayan que la apuesta en Sanlúcar es más una diversión que un juego, un modo de seguir las carreras con mayor pasión.

En la zona vip de palcos y carpas se desarrolla toda la vida social propia de una gran competición. Es el tercer lugar de los apartamentos, no necesariamente estancos, del público de las carreras. Aquí los catering funcionan a la perfección entre carrera y carrera y una animada conversación social llena los huecos mientras se preparan las cajoneras para la nueva carrera, dependiendo de la distancia, más cerca o hasta el Náutico (1.800 metros).
Entretanto, los mejores caballos a toda velocidad sobre la arena. Visto, no visto. Un espectáculo grandioso.

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